El día 21 de setiembre de 1983 comenzó la III Marcha de la Resistencia, que esta vez incluyó un taller improvisado junto a la Pirámide de Mayo. Rodolfo Aguerreberry recordó para el periódico La Maga que “la pobreza de los materiales que teníamos era total: a la plaza llegaron cuatro pinceles, seis bobinas de papel, dos tachos de látex y no sé qué más”. Pero, “se empezó a generar una dinámica, la gente veía lo que estaba pasando y volvía a su casa a buscar algún pincel, o alguien ponía plata de su bolsillo para ir a comprar materiales. A la media hora de estar en la plaza nos podríamos haber ido porque no hacíamos falta para nada”. “Era una especie de taller fábrica, no un taller artístico. Era un trabajo mecánico: unos cortaban papel de las bobinas, otros se acostaban para marcar su silueta”, y Aguerreberry agregó: “como un sistema capitalista de producción en serie”.

Los militantes produjeron las siluetas y cuando se secaban salían grupos de más militantes custodiados por algunas Madres a pegarlas por el entorno a la plaza y por los barrios más cercanos siguiendo la línea central de la Av. de Mayo.

El historiador e investigador Roberto Amigo apunta que en el evento “hubo una verdadera socialización de los medios de producción: se distribuyeron materiales, se montaron talleres en la plaza, se permitió que los manifestantes elaboraran sus propios materiales artísticos y estéticos de denuncia y, si a esto se le suma la apropiación de un espacio de poder como la Plaza de Mayo a través de un contenido de concientización muy claro sobre una situación de conflicto como es la de los detenidos desaparecidos, vemos que el proceso alcanza una radicalidad inconmensurable en relación con otras prácticas artísticas en América Latina”.

Para Amigo se debe considerar la toma estética y política de la Plaza de Mayo como una simultaneidad. Quienes estaban en la Plaza habían ido por el hecho militante y político. La acción estética —la realización variada de las siluetas—  y la pegatina como si fueran afiches de las siluetas, “es fundamental para la definitiva apropiación de la Plaza”, opina Amigo en su tesis sobre este asunto:

“La toma política no se podría haber dado sin la toma estética, sobre todo porque la manera en que ésta se produce implica una recuperación de los lazos solidarios perdidos durante la dictadura. Hay una recuperación de la solidaridad histórica”.

Taller de siluetas en la Plaza de Mayo. (22.09.1983)

Taller de siluetas en la Plaza de Mayo. (22.09.1983)

Taller de siluetas en la Plaza de la República. (10.12.1983)

El dispositivo y el contenido

Como consecuencia a la densidad del contenido surgió en el evento una ruptura de los dispositivos tradicionales de realización, presentación y exhibición, como identifica el crítico y artista Marcelo Expósito en su relectura de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, de Walter Benjamin. Es que la relación perceptual que los espectadores tenían con respecto a la imagen no alcanzaba. Por eso era fundamental que la Silueteada se realizara en la Plaza de Mayo primero y luego en los lugares donde se había reclamado por los desaparecidos. Ese es un nuevo dispositivo, porque al realizarse en la calle, el evento impondría a la imagen un diálogo innovador con los edificios — que representan a las instituciones: Catedral, Cabildo, diario, Ministerio, bancos, etc.—, en cuyas paredes se habían pegado los papeles pintados. El carácter de la realización manual (estarcidos, rellenos con pintura con la huella de la vereda de la plaza), los nombres de los representados, los gremios o profesiones, la frase “aparición con vida”, el evento masivo con que se acompañó el fijado (¿la curaduría colectiva?) aquellos miércoles y jueves de setiembre de 1983, recreando la circulación peatonal y vehicular de la Plaza histórica y dando pie a que se repita cada vez que se reclama por los que no están, todo esto conforma aquel dispositivo original que en principio debemos considerar. Después se le sumaron otros medios: las publicaciones periódicas, los videos, las infinitas fotos, las imágenes de los manuales, en las computadoras y más recientemente en los celulares. Todo esto conforma conjuntos que mediatizan los eventos en nuestra percepción, diferenciándolos de las actividades en museo y galerías. 

Cada vez que se realiza una Silueteada, en la calle — y lo vemos en las fotos de los eventos— no vemos una silueta aislada. Las imágenes abarcan masas de siluetas-ausencia-presencia, y cuando recorremos las calles de los barrios ese signo visual  se repite una y otra vez.

       

Los diarios de aquellos tiempos no se pusieron de acuerdo sobre la cantidad de personas que participaron: desde las 3.000 que contó La Razón hasta las 15.000 que vieron Crónica La Voz. “Los hechos ya estaban en los medios de comunicación y, además, la noche del 21, un comisario advirtió que, si salía alguien más a pegar siluetas, se lo iban a llevar preso. Como teníamos el triunfo en la mano, era ridículo arriesgar gente” dicen los autores en La Maga.

“Como artistas y docentes —dijo Kexel— estuvimos funcionando, en lo de las siluetas, como transmisores de un mecanismo de expresión. Si se quiere tomar aquello como un acontecimiento artístico, artistas fueron todos los que hicieron las siluetas y las pegaron».

“El hecho de haber tenido que conectarnos con el espacio no artístico para realizar la experiencia —dice Aguerreberry— nos llevó a ir enhebrando ese sistema expresivo, que a mí me crea el interrogante sobre si no es otro de los campos que tienen que abordar los artistas: crear sistemas para que los demás se expresen. Nosotros encontramos uno, no sé si da para encontrar más”.

Hubo una socialización de todo: de las ideas, de la técnica. El trabajo hubiera sido imposible sin la participación de los tres autores como disparadores de la idea.

Aguerreberry prefirió tomar la Silueteada como un hecho político. “Me parece arriesgado decir que se construyó una estética, no sé si el término “estético” corresponde en este caso y yo lo veo riesgoso desde el punto de vista de que abriría la puerta para que esto entre en la discusión de la historia del arte. Y yo no sé si está en la historia del arte, pero sí creo que está en la historia de la política”.
Flores sumó: 

“Lo que queda claro es que hubo comunicación y emoción, y que la frase de (Wassily) Kandinsky —toda obra de arte es hija de su tiempo y madre de nuestros sentimientos— le cae como anillo al dedo”.

Y resulta evidente que un tema fundamental para que la idea se socializara fue la actitud de los autores al fundir el origen de la creación en los grupos que luchan por los derechos humanos.

Rodolfo Aguerreberry. Foto G. Kexel

Guillermo Kexel. Fotograma del video de Marcelo Exposito.
El siluetazo: la política del acontecimiento (2009/2011)

Julio Flores. E. G

Contorneando silueta en la Plaza de Mayo. (22.09.1983)

Muchas Silueteadas se hicieron de modo de sistema después de aquel día de la Primavera y de las Artes de 1983, pero todas tomaron vuelo propio y se realizaron con nuestra participación pero sin proponerla ni coordinarla. Sin que nadie lo determine  se reeditó en los barrios para recordar el golpe del 24 de marzo, y en cada escrache o acto político gremial de reclamo por los desaparecidos.

La silueta es producto de la búsqueda de la síntesis de las figuras humanas:

  • de la representación de la apariencia a la unificación en el concepto del contorno (hombre, mujer, niño). Las siluetas se convierten en una nueva manifestación que perdura hasta que la represión la borra. Pero el concepto continúa funcionando;
  • el signo puede ser producido, reproducido y recreado por cualquiera como reclamo ante la ausencia.
  • Por eso la Silueteada no es cada silueta ni todas las siluetas reunidas, sino que es la acción performática que acompaña el reclamo: una herramienta de lucha que usa procedimientos surgidos de las artes y que consideramos como una obra de activismo político-cultural. Por lo mismo los autores nos hemos opuesto en varias oportunidades a la exposición, en salones o museos, de las siluetas dibujadas e impresas (incluso como documento o testimonio), pero no así de las fotografías documentales que refieren los eventos realizados en el marco de las acciones de lucha por los derechos humanos.

Silueta y stencil. Hecho en zona norte del Gran Buenos Aires en recordatorio de las desapariciones en la dictadura.

Manifestación de Madres con siluetas. (1985)

Manifestación de la Asociación Argentina de Actores recordando a los artistas desaparecidos un 24 de marzo

Hay en el origen del proyecto la voluntad de minimizar la presencia de los primeros autores y suplirla por la huella de los manifestantes, diversificar los modos de crear el signo para que todos puedan apropiárselo y usarlo, cuidando que sea entendido por todos al compartir el código. Así fue la evolución de la parte medular del proyecto, que se extendió significativamente hacia los lugares en que los aparatos represivos de los Estados ejercieron la metodología de la desaparición.

En 2002, en la ciudad de Rosario, se iniciaron manifestaciones con esténciles de siluetas de cartón, contorneando figuras con pintura negra sobre papel de diario.

Desde la dictadura hasta la actualidad, un frente de gremios del norte del Gran Buenos Aires mantiene el recuerdo de los reclamos para el Día del Maestro, en el día de los Derechos del Trabajador, acompañando los juicios a los genocidas. Se pegan miles de afiches reduciendo el tamaño de la silueta a 40×30 centímetros, en un diseño lineal en el que mantiene el nombre del desaparecido, su profesión y -en ocasiones- la fecha de desaparición.

En las variaciones que se realizaron de la Silueteada en la Argentina, probablemente la única condición que se mantuvo fue la de pegar las imágenes verticales y no en el piso (porque “con vida los llevaron, con vida los queremos”). Se contornearon cuerpos, se usaron esténciles y se imprimieron siluetas más pequeñas, se llenó el fondo o la silueta o se dejó la silueta lineal, se les puso nombre, se indicó el trabajo de cada uno y la fecha de su desaparición, y se las acompañó con manifestaciones en cada lugar y hasta con música en el norte Argentino (y en México, como señalaremos). En Argentina se usaron siempre para reclamar pegándola en los muros y aun pintando en las pancartas en manos de varios gremios (actores, docentes, trabajadores del estado, bancarios), que las mantienen en sus marchas –impresas en tela plástica­–  identificando a sus miembros desaparecidos.

Foto de silueta rellena con fotos siguiendo la propuesta de Favio Gabardon recurriendo a las imágenes del archivo Hasemberg-Quaretti

Siluetas y canas. Foto de Eduardo Gil (22.09.1983)

Una de las alteraciones conceptuales más significativas se realizó en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires en 2015, el docente Flavio Gabaldón propuso rellenar cada silueta con fotos de las marchas y de la lucha de los últimos cuarenta y tres años, tomadas del Archivo Hasenberg-Quaretti. Las siluetas, que nacieron vacías reclamando por los desaparecidos, fueron realizadas –como fue escrito– por quienes pusieron el cuerpo por los que no estaban, ahora se llenan con fotos de los que lucharon por sostener los reclamos en estas décadas de democracia.

Más allá de la realidad argentina, la práctica de la desaparición por intervención del Estado y de otras organizaciones se mantiene con diferentes características. Para reclamar, las organizaciones de derechos humanos se apropian de las siluetas, haciendo homenajes conmovedores y alternativos.

En España (2002), ante una ley del franquismo que prohibía identificar los restos enterrados en tumbas colectivas de las víctimas de la guerra civil, hicieron siluetas negras del tamaño de una persona con un gran signo de interrogación dibujado en el pecho y marcharon reclamando, llevando además una pancarta pasacalle que reproducía la fotografía en tamaño natural de una tumba colectiva abierta.

En 2012, la arquitecta brasileña Nazille Acevedo instaló en la escalinata de la Universidad de Chile un millar de siluetas de hielo, con las consecuencias imaginables a las que le atribuyó una variedad de significantes (memoria, desapariciones, calentamiento global).

Para recordar a los soldados ingleses muertos en el desembarco del “Día D”, los artistas británicos Andy Moss y Jamie Wardley pusieron a modo de stencil placas de metal en la playa de Normandía con siluetas recortadas; luego rastrillaron la arena en el hueco de las figuras, y toda la playa quedó cubierta con nueve mil siluetas, hasta que el viento y el agua las borraron.

Siluetas en el frente de la Catedral Metropolitana (21.09.1983)

Foto de los reclamos por los desaparecidos de la Guerra Civil española

Fotografia en la playa de Normandía con 9000 siluetas. Obra de Andy Moss y Jamie Wardley (2013)  

Otras Silueteadas se realizaron en América Latina (Chile, Uruguay, Brasil, Perú) repitiendo el esquema de Buenos Aires, pero entre ellas sobresale lo que ocurre en el muy herido México. Allí, entre la diversa imaginería folclórica (xilográfica, pictórica y performática), aparecen siluetas de tamaño natural en diversas posiciones recortadas y pegadas en paredes y árboles, calles, veredas, etc., así como fotografías ploteadas, en el piso, de cuerpos caídos. Estas prácticas se potenciaron luego de que, en la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, se produjo la masacre de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa. Como una forma de adhesión, en diferentes países se realizaron pancartas con las que se marchó en Barcelona, Madrid, Granada, São Paulo, Santiago de Chile; en Córdoba y Buenos Aires (Argentina) también hubo marchas, que fueron registradas, y esas fotos se enviaron a México. Mezclando sus tradiciones artísticas con las prácticas de intervención político-cultural contemporáneas, los estudiantes, docentes y trabajadores mexicanos nucleados en sus organizaciones se manifestaron por sus calles con siluetas de hasta 80 m de largo, tal como se puede ver en el video A la calle. Okupar, resistir, construir, de Cristina Híjar González (2017)   ver video

Otro trabajo en la idea del sistema, además del Siluetazo, fueron las baldosas que homenajearon a los desaparecidos, que se instalaron donde vivieron, trabajaron o estudiaron las víctimas. En la ciudad de Buenos Aires las realizan desde 2005 distintos grupos de vecinos llamados Barrios por Memoria y Justicia, que las fabrican e instalan —incluso las reponen— por comunas. Fueron hechas en homenaje a los detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado, desde antes hasta después de la dictadura cívico-militar argentina, y crearon marcas territoriales en la historia de cada barrio.

En La Plata, las “Baldosas por la Memoria, la Verdad y la Justicia” se hicieron en porcelana blanca, más resistentes, con una foto del desaparecido, desarrollando una Cartografía de la Memoria Platense, con la dirección de la doctora Marta Vedio, el diseñador Pablo Ungaro y la licenciada Florencia Thompson.

Desde el 2022 Candelaria Martínez realiza en los eventos vinculados a situaciones referentes a los Derechos Humanos lo que llama «Vestidos para no olvidar«. Cosiendo, a la manera de su abuela, pañuelos impresos con xilografías en los que borda textos alusivos armó vestidos en actos del 8 y del 24 de Marzo, a los 40 años de la Guerra de Malvinas, en la Feria Internacional del Libro y en las excavaciones y en la excavaciones de la Ex Mansión Seré, entre otros.  

Baldosas de Barrios de Pie (2005) como parte  del desarrollo de esta práctica de arte de sistema realizada con un criterio colectivo y barrial.

Otro trabajo en la idea del sistema, además del Siluetazo, fueron las baldosas que homenajearon a los desaparecidos, que se instalaron donde vivieron, trabajaron o estudiaron las víctimas. En la ciudad de Buenos Aires las realizan desde 2005 distintos grupos de vecinos llamados Barrios por Memoria y Justicia, que las fabrican e instalan —incluso las reponen— por comunas. Fueron hechas en homenaje a los detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado, desde antes hasta después de la dictadura cívico-militar argentina, y crearon marcas territoriales en la historia de cada barrio.

 En La Plata, las “Baldosas por la Memoria, la Verdad y la Justicia” se hicieron en porcelana blanca, más resistentes, con una foto del desaparecido, desarrollando una Cartografía de la Memoria Platense, con la dirección de la doctora Marta Vedio, el diseñador Pablo Ungaro y la licenciada Florencia Thompson.

Desde el 2022 Candelaria Martínez realiza en los eventos vinculados a situaciones referentes a los Derechos Humanos lo que llama «Vestidos para no olvidar«. Cosiendo, a la manera de su abuela, pañuelos impresos con xilografías en los que borda textos alusivos armó vestidos en actos del 8 y del 24 de Marzo, a los 40 años de la Guerra de Malvinas, en la Feria Internacional del Libro y en las excavaciones y en la excavaciones de la Ex Mansión Seré, entre otros.  

Del grupo de familiares de genocidas surgió la agrupación “Historias Desobedientes”, de la que participa Nicolás Ruarte, artista digital, que el 24 de marzo de 2024 propuso el Siluetazo Nacional Virtual, reviviendo el acto performático al convocarlo en una acción virtual. Ruarte presentó un filtro interactivo inspirado en el Siluetazo de 1983. Buscó trasladar la intervención de la calle al ámbito de las redes sociales, permitiendo a los usuarios participar activamente desde cualquier lugar a través de sus dispositivos móviles. Más complejo de comprender es el funcionamiento de la señalización desde los celulares que propuso Ruarte. “Es un filtro interactivo —dice— compuesto por una serie de collages digitales que hacen de figura y fondo. El programa reconoce la figura del espectador, la recorta del video y aplica un collage para su silueta y otro distinto para el fondo. Cada uno de estos collages que componen figura y fondo fue realizado en Photoshop; algunos están inspirados en referencias del Siluetazo en la calle y otros están formados por registros fotográficos, recortes de diarios y revistas de la época o publicaciones sobre la dictadura».  Lo más importante para señalar esta acción virtual como sistema es lo que concluye el autor: «Cada espectador puede usar libremente el filtro y elegir qué combinación de figura/fondo desea usar, y puede sacarse una foto o filmar un video». De este modo opera en la intersección de la memoria colectiva con la tecnología contemporánea, actualizando y democratizando el acceso y la participación en un acto de memoria histórica.

Baldosas por la Memoria, la Verdad y la Justicia en porcelana blanca, como parte del proyecto Cartografía de la Memoria Platense en la ciudad de La Plata a cargo de M. Vedia, F. Thompson y P. Ungaro (2012) desarrollando el concepto de arte de sistema.

Candelaria Martínez realiza obras que llama «Vestidos para no olvidar«, cosiendo, a la manera de su abuela, pañuelos impresos con xilografías y bordando textos alusivos al gope del 1976 y a la Guerra de Malvinas.

En síntesis

Observemos entonces los proyectos de arte señalando los nodos comunes y las funciones en que innovan en el arte de sistemas.

El Mail Art (Arte Correo) nace entre Alemania y Nueva York en 1961 en el ámbito de FLUXUS y señalado por Ray Johnson. Hasta entonces ya era un modo de expresión novedoso y extraño. Cuando una década después lo retoma Edgardo Vigo, convierte el correo, de red de comunicación, en un medio al que se le carga la política (en sentidos directo e indirectos). Fue una red abierta y horizontal que convirtió la contemplación del receptor en interacción y en un modo de expresión sistémico, y que deshizo los límites entre los diferentes mensajes artísticos que provenían de múltiples realizadores y que habían dejado de ser mercancía.

Cuando Aguerreberry, Kexel y Flores comenzamos a pensar la Silueteada, varias de aquellas pautas se daban por hecho: los iniciadores serían múltiples (había comenzado con el trío, pero a ellos se sumaron las Madres e inmediatamente los manifestantes). La idea nació con el predominio del mensaje icónico y comunicacional por encima del plástico, las pautas para su realización fueron parte del sistema (figura de pie, mensaje no partidario, reclamo por la aparición con vida) y hubo una voluntad de convertir a los espectadores en coautores.

Las Baldosas por la Memoria que se instalaron en Buenos Aires, La Plata, Mendoza, Rosario y Tucumán, entre otros sitios, también forman parte de un memorial semejante a los anuncios en Página 12, en tanto alcanza con verlas —casi sin necesidad de leer detalles— para saber a qué se refieren y qué significan, tal como se reiteran las siluetas en el juego visual (y digital) que propone Nicolás Ruarte.

Para finalizar vuelvo sobre la lúcida intuición de Aguerreberry: que los artistas creen sistemas visuales y se los entreguen a los colectivos de artistas y a las organizaciones que se identifican con los reclamos y los derechos y luchan por ello usando esas imágenes.

BIBLIOGRAFÍA

    • El arte moderno. (1975) Giulio Carlo Argan
    • El Siluetazo. (2002) Ana Longoni, Gustavo Bruzzone
    • Del pop art a la nueva imagen. (1985) Jorge Glusberg
    • Lo que vemos, lo que nos mira. (1992) Gustavo Didi-Huberman
    • Walter Benjamin, productivista. (2010) Marcelo Expósito

(*) Julio Flores, coautor del concepto del 1er Siluetazo o Silueteada. Es docente en la Universidad Nacional de Arte y artista visual